Los Indígenas
La Ley
“Dios, Nuestro Señor creó a los indios libres y no
sujetos a servidumbre...”
Emperador Carlos V
“...que la venta de tierras
se haga con tal atención que a los indios se les deje con sobra todas las que
le pertenecieron, así en particular, como por comunidades, y las aguas y los
riegos y por ningún caso se las pueda vender o enajenar.”
Libro IV, Leyes de Indias
“Aparecen igualmente las
leyes prohibiendo el trabajo a menores de 18 años... y el de los mayores en
trabajos rudos; fijando las horas de trabajo, que son reducidas a 8 en el caso
de fortificaciones y fábricas, fijando el límite mínimo y la forma de salario,
defendiendo la salud de los trabajadores, ordenando la asistencia en caso de accidente...”
Contenido del Libro IV sobre
Derecho Social
El estado legal de los
indios era el equivalente a los menores de edad en España. Estaban excluidos
del servicio militar, no podían utilizar armas de fuego o espadas, ni andar a
caballo. Debían pagar tributo y prestar trabajo.
Por su condición legal estaban sometidos a tutela de
los particulares, la Iglesia o el Estado.
En general se les prohibió practicar su religión, usar
sus antiguas vestimentas y hablar su lengua, pero eran súbditos libres de la Corona
española y debían ser protegidos y educados con el ejemplo.
La realidad
1. La Encomienda
a. “...consiste esencialmente, en el deber que pesa sobre
cierto número de indígenas (encomendados) de prestar servicios personales o
pagar tributo en especias o dinero, a un español (encomendero) que, a su vez,
está obligado a civilizar, evangelizar y defender legalmente a los indígenas a
su cargo.”
Tomado de “Pensar la Historia 2”
b. Treta de un
encomendero para impedir el suicidio de sus indios: “Acaeció en estos días un señalable caso y fue este;
que saliendo cierto número de indios de casa o estancia, o de las minas de
cierto español que los tenía encomendados, afligidos y desesperados, con
determinación de todos, llegando a su pueblo se ahorcan. Entendido por él, va
corriendo tras ellos, y con mucha disimulación de todos, ya que estaban
aparejando sus sogas, díceles: ‘Buscadme para mí una buena soga, porque me
quiero con vosotros ahorcar, porque si vosotros os ahorcáis ¿para qué quiero
vivir sin vosotros acá, pues me dais de comer y me sacáis el oro? Quiero irme
allá con vosotros por no perder lo que me dais’. Los cuales creyendo que
aún con la muerte, no lo podrían desechar, sino en la otra vida los habría de
mandar y fatigarlos, acordaron de no matarse, sino por entonces quedarse...”
Fray Bartolomé de Las Casas (S. XVI)
c. “Yo descargo mi conciencia en afirmar a Vuestra
Majestad, que no es plata lo que se lleva a España, sino sudor y sangre de
indios.”
Virrey Lemos de Perú (1669)
2. Las Misiones
a. Son pueblos indígenas sometidos a tutela de órdenes
religiosas. Las que duraron más tiempo fueron las creadas por los jesuitas. Se
ubicaban en la zona del Alto Uruguay y el Paraguay.
Los jesuitas buscaban conservar algunas
tradiciones indígenas, como la propiedad colectiva de la tierra y los útiles de
labranza, y erradicar las que consideraban inmorales o incivilizadas. Así, por
ejemplo, obligaban a los indígenas a formar familias al estilo europeo y
cristiano, a casarse, a vestirse, a bautizarse y a practicar la religión católica.
También se dedicaban a enseñar a leer y escribir en español, a respetar
horarios de trabajo, y en general, a comportarse como lo indicaban las normas
europeas.
b. “...el día en que pudieron asegurar a los
indios de que formando voluntariamente reducción, no irían a servir a ningún
encomendero sino sólo al Rey, ese día empezaron a fundarse multitud de pueblos
como por encanto.”
Pablo Hernández cit. Por A.
Methol, “La conquista espiritual”
3. La Mita
a. “La mita era un servicio que sus súbditos debían al Inca;
los españoles que habían captado sus ventajas lo cambiaron rápidamente para su
provecho.
La más terrible fue la de las minas. Un
séptimo de la población total del Perú, del Cusco a Tarija, se turnaba en las
minas de Potosí a 4.800 metros de altura, y en las minas de mercurio.
Cuando les tocaba el turno de subir a la
mina, permanecían en ella cinco días y cinco noches seguidas, en equipos de
tres hombres... El trabajo a destajo era peor. Se exigía de cada hombre cinco
bolsas de 25 kilos de mineral en doce horas. Para extraerlos había que
arrastrarse por angostas galerías y abordar escaleras mal aseguradas. Al no
poder satisfacer tales normas, los indios alquilaban asistentes con sus magros
salarios... La compra de velas con la que iluminaban los pasillos de las
galerías, incumbía a los obreros. La mayoría de los indios, inevitablemente
endeudados, se convertían en esclavos de hecho y por eso mismo quedaban sujetos
a la mina.
Alfred Métraux, “Los incas”
b. “Es casi seguro que a las minas hispánicas fueron arrojados
centenares de indios, escultores, arquitectos, ingenieros y astrónomos,
confundidos entre la multitud, para realizar un burdo y agotador trabajo de
extracción. Para la economía colonial la habilidad técnica de estos individuos
no interesaba. Sólo contaban como trabajadores no calificados.”
Sergio Bagú, “Economía de la
sociedad colonial”
La población africana
“Habían sido embarcados en él, sobre la costa de
África, 336 varones y 226 hembras, sumando un total de 562 y habían
transcurrido 17 días de navegación, durante los cuales habían sido arrojados 55
por la borda. Todos los esclavos estaban encerrados bajo escotillas enrejadas,
entre puentes; el espacio era tan bajo que se sentaban entre las piernas
respectivas y se hallaban tan hacinados que les era imposible acostarse o
cambiar de posición, de noche o de día...
Sobre la escotilla se erguía un tipo de aspecto feroz,
el capataz de los esclavos, que llevaba en la mano un látigo de muchas correas
retorcidas, y que, cuando escuchaba el menor ruido abajo, lo sacudía sobre
ellos, y parecía ansioso de ponerlo en uso...
No es sorprendente que hayan tenido que soportar seria
enfermedad y pérdida de vidas en su corto recorrido... Muchos de los
sobrevivientes se veían tirados en las cubiertas en el último estado de
extenuación y en una condición de miseria y suciedad imposible de mirar.”
L. Huberman,
“Nosotros, el pueblo”
“En su
condición de esclavo, y particularmente por el trato cruel, el negro tenía que
convertirse en enemigo del blanco. Frecuentemente los negros huían de sus amos,
se ocultaban en parajes desprovistos de caminos y, reuniéndose en bandas, se
rebelaban abiertamente. Los esclavos prófugos (negros cimarrones) constituían
un peligro permanente...
Los negros cimarrones se congregaban en regiones
despobladas y lejanas, formaban comunidades y mantenían su libertad y muchas
usanzas de su África natal.”
R. Konetzke, “América Latina”
“El número de esclavos
desembarcados en las Américas desde el siglo XVI hasta finales del siglo XIX
fue de 15 a 20 millones; si tenemos en cuenta la mortalidad a lo largo del
viaje y las víctimas de la caza de esclavos en los alrededores del mercado de
trata, debemos considerar que existió una sangría de 30 o 40 millones de
individuos entre los pobladores del Oeste de África.”
J. Imbert, “Historia económica”
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