lunes, 28 de septiembre de 2015

Sociedad hispanoamericana


Los Indígenas

La Ley

“Dios, Nuestro Señor creó a los indios libres y no sujetos a servidumbre...”
Emperador Carlos V

“...que la venta de tierras se haga con tal atención que a los indios se les deje con sobra todas las que le pertenecieron, así en particular, como por comunidades, y las aguas y los riegos y por ningún caso se las pueda vender o enajenar.”
Libro IV, Leyes de Indias

“Aparecen igualmente las leyes prohibiendo el trabajo a menores de 18 años... y el de los mayores en trabajos rudos; fijando las horas de trabajo, que son reducidas a 8 en el caso de fortificaciones y fábricas, fijando el límite mínimo y la forma de salario, defendiendo la salud de los trabajadores, ordenando la asistencia en caso de accidente...”
Contenido del Libro IV sobre Derecho Social

El estado legal de los indios era el equivalente a los menores de edad en España. Estaban excluidos del servicio militar, no podían utilizar armas de fuego o espadas, ni andar a caballo. Debían pagar tributo y prestar trabajo.
Por su condición legal estaban sometidos a tutela de los particulares, la Iglesia o el Estado.
En general se les prohibió practicar su religión, usar sus antiguas vestimentas y hablar su lengua, pero eran súbditos libres de la Corona española y debían ser protegidos y educados con el ejemplo.
 
La realidad

    1.      La Encomienda

   a.    “...consiste esencialmente, en el deber que pesa sobre cierto número de indígenas (encomendados) de prestar servicios personales o pagar tributo en especias o dinero, a un español (encomendero) que, a su vez, está obligado a civilizar, evangelizar y defender legalmente a los indígenas a su cargo.”
Tomado de “Pensar la Historia 2”

    b.       Treta de un encomendero para impedir el suicidio de sus indios: “Acaeció en estos días un señalable caso y fue este; que saliendo cierto número de indios de casa o estancia, o de las minas de cierto español que los tenía encomendados, afligidos y desesperados, con determinación de todos, llegando a su pueblo se ahorcan. Entendido por él, va corriendo tras ellos, y con mucha disimulación de todos, ya que estaban aparejando sus sogas, díceles: ‘Buscadme para mí una buena soga, porque me quiero con vosotros ahorcar, porque si vosotros os ahorcáis ¿para qué quiero vivir sin vosotros acá, pues me dais de comer y me sacáis el oro? Quiero irme allá con vosotros por no perder lo que me dais’. Los cuales creyendo que aún con la muerte, no lo podrían desechar, sino en la otra vida los habría de mandar y fatigarlos, acordaron de no matarse, sino por entonces quedarse...”
Fray Bartolomé de Las Casas (S. XVI)

c.      “Yo descargo mi conciencia en afirmar a Vuestra Majestad, que no es plata lo que se lleva a España, sino sudor y sangre de indios.”
Virrey Lemos de Perú (1669)

2.      Las Misiones

a.       Son pueblos indígenas sometidos a tutela de órdenes religiosas. Las que duraron más tiempo fueron las creadas por los jesuitas. Se ubicaban en la zona del Alto Uruguay y el Paraguay.
Los jesuitas buscaban conservar algunas tradiciones indígenas, como la propiedad colectiva de la tierra y los útiles de labranza, y erradicar las que consideraban inmorales o incivilizadas. Así, por ejemplo, obligaban a los indígenas a formar familias al estilo europeo y cristiano, a casarse, a vestirse, a bautizarse y a practicar la religión católica. También se dedicaban a enseñar a leer y escribir en español, a respetar horarios de trabajo, y en general, a comportarse como lo indicaban las normas europeas.

b.    “...el día en que pudieron asegurar a los indios de que formando voluntariamente reducción, no irían a servir a ningún encomendero sino sólo al Rey, ese día empezaron a fundarse multitud de pueblos como por encanto.”
Pablo Hernández cit. Por A. Methol, “La conquista espiritual” 


3.      La Mita

a.       “La mita era un servicio que sus súbditos debían al Inca; los españoles que habían captado sus ventajas lo cambiaron rápidamente para su provecho.
      La más terrible fue la de las minas. Un séptimo de la población total del Perú, del Cusco a Tarija, se turnaba en las minas de Potosí a 4.800 metros de altura, y en las minas de mercurio.
      Cuando les tocaba el turno de subir a la mina, permanecían en ella cinco días y cinco noches seguidas, en equipos de tres hombres... El trabajo a destajo era peor. Se exigía de cada hombre cinco bolsas de 25 kilos de mineral en doce horas. Para extraerlos había que arrastrarse por angostas galerías y abordar escaleras mal aseguradas. Al no poder satisfacer tales normas, los indios alquilaban asistentes con sus magros salarios... La compra de velas con la que iluminaban los pasillos de las galerías, incumbía a los obreros. La mayoría de los indios, inevitablemente endeudados, se convertían en esclavos de hecho y por eso mismo quedaban sujetos a la mina.
Alfred Métraux, “Los incas”

b.       “Es casi seguro que a las minas hispánicas fueron arrojados centenares de indios, escultores, arquitectos, ingenieros y astrónomos, confundidos entre la multitud, para realizar un burdo y agotador trabajo de extracción. Para la economía colonial la habilidad técnica de estos individuos no interesaba. Sólo contaban como trabajadores no calificados.”
Sergio Bagú, “Economía de la sociedad colonial”

La población africana

“Habían sido embarcados en él, sobre la costa de África, 336 varones y 226 hembras, sumando un total de 562 y habían transcurrido 17 días de navegación, durante los cuales habían sido arrojados 55 por la borda. Todos los esclavos estaban encerrados bajo escotillas enrejadas, entre puentes; el espacio era tan bajo que se sentaban entre las piernas respectivas y se hallaban tan hacinados que les era imposible acostarse o cambiar de posición, de noche o de día...
Sobre la escotilla se erguía un tipo de aspecto feroz, el capataz de los esclavos, que llevaba en la mano un látigo de muchas correas retorcidas, y que, cuando escuchaba el menor ruido abajo, lo sacudía sobre ellos, y parecía ansioso de ponerlo en uso...
No es sorprendente que hayan tenido que soportar seria enfermedad y pérdida de vidas en su corto recorrido... Muchos de los sobrevivientes se veían tirados en las cubiertas en el último estado de extenuación y en una condición de miseria y suciedad imposible de mirar.”
L. Huberman, “Nosotros, el pueblo”



 “En su condición de esclavo, y particularmente por el trato cruel, el negro tenía que convertirse en enemigo del blanco. Frecuentemente los negros huían de sus amos, se ocultaban en parajes desprovistos de caminos y, reuniéndose en bandas, se rebelaban abiertamente. Los esclavos prófugos (negros cimarrones) constituían un peligro permanente...
Los negros cimarrones se congregaban en regiones despobladas y lejanas, formaban comunidades y mantenían su libertad y muchas usanzas de su África natal.”
R. Konetzke, “América Latina”

“El número de esclavos desembarcados en las Américas desde el siglo XVI hasta finales del siglo XIX fue de 15 a 20 millones; si tenemos en cuenta la mortalidad a lo largo del viaje y las víctimas de la caza de esclavos en los alrededores del mercado de trata, debemos considerar que existió una sangría de 30 o 40 millones de individuos entre los pobladores del Oeste de África.”
J. Imbert, “Historia económica”

 

 

 

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