Aunque había heredado el trono siendo un niño, Luis XIV ejerció el gobierno directamente desde los 23 años, en 1661, hasta su muerte en 1715. Durante su largo reinado consolidó su poder, se impuso sobre los nobles y controló el ejército y la economía. En materia religiosa persiguió a los protestantes y afirmó el catolicismo.
Durante su gobierno se terminó de construir el palacio de Versalles. Sede del gobierno y de la Corte, el palacio era símbolo de la concentración del poder político y del dominio sobre la nobleza.
La Corte, además de nuclear a los nobles en torno al rey, cumplía también un rol político. Estaba integrada por los nobles más importantes de Francia, quienes vivían según un ceremonial reglamentado como un mecanismo de relojería: la etiqueta. En las fiestas, los juegos y las representaciones teatrales, los nobles cortesanos dilapidaban su fortuna. Luis XIV logró así domesticar a la nobleza, haciendo que ésta perdiera sus intereses políticos y militares y dócilmente aceptara cargos, pensiones o regalos.
Versalles era también sede del gobierno de Luis XIV. El monarca nombraba ministros y miembros de los Consejos que se encargaban de distintas actividades: guerra, finanzas, asuntos extranjeros y palacio. Para controlar y centralizar el territorio del Estado, el rey designaba directamente intendentes. Fue muy cuidadoso en el nombramiento de los funcionarios.
En política exterior, a través de la diplomacia y de la guerra, Luis XIV pretendió imponer la hegemonía de Francia en Europa. El ejército estaba compuesto en su mayoría por mercenarios.
Los gastos de la Corte, de la administración y del ejército eran financiados mediante el cobro de impuestos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario